domingo, 25 de abril de 2010

AUTORES


AUGUSTO MONTERROSO

Escritor guatemalteco, nació el 21 de diciembre de 1921.

Conocido por su faceta de narrador y ensayista, que empezó a publicar sus textos a mediados de 1959, año en que se publica la primera edición de Obras completas (y otros cuentos), conjunto de incisivas narraciones donde comienzan a notarse las características fundamentales de su narrativa: una prosa concisa, breve, aparentemente sencilla que sin embargo está llena de referencias cultas, así como un magistral manejo de la parodia, la caricatura y el humor negro.

Por su recorrido y todo lo que le aportó a la literatura es considerado como uno de los maestros de la mini-ficción y, de forma breve, aborda temáticas complejas y fascinantes, con una provocadora visión del mundo y una narrativa que deleita a los lectores más exigentes, haciendo habitual la sustitución del nombre por el apócope.

Entre sus libros destacan además: La oveja negra y demás fábulas (1969), Movimiento perpetuo (1972), la novela Lo demás es silencio (1978); Viaje al centro de la fábulaLa palabra mágica (1983) y La letra e: fragmentos de un diario (1987). En 1998 publicó su colección de ensayos La vaca. (conversaciones, 1981);

y en cuanto a su composición Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí, está considerada como el relato más breve de la literatura universal.
En 1970 ganó el premio Magda Donato, en 1975 el Premio Xavier Villaurrutia por Antología personal,[1] y en 421 le fue entregada la condecoración del Águila Azteca, por su aporte a la cultura de México. En 1977 el Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala le otorgó el Premio Nacional de Literatura "Miguel Ángel Asturias".
En 2000 le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en reconocimiento a toda su carrera.

estas son algunas de las fábulas más reconocidas de Augusto Monterroso

La Oveja negra

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra.

Fue fusilada.

Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.

Así, en los sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.


EL ESPEJO QUE NO PODÍA DORMIR

Había una vez un espejo de mano que cuando se quedaba solo y nadie se veía en él se sentía de lo peor, como que no existía, y quizá tenía razón; pero los otros espejos se burlaban de él, y cuando por las noches los guardaban en el mismo cajón del tocador dormían a pierna suelta satisfechos, ajenos a la preocupación del neurótico.


EL BURRO Y LA FLAUTA

Tirada en el campo estaba desde hacía tiempo una Flauta que ya nadie tocaba, hasta que un día un Burro que paseaba por ahí resopló fuerte sobre ella haciéndola producir el sonido más dulce de su vida, es decir, de la vida del Burro y de la Flauta.

Incapaces de comprender lo que había pasado, pues la racionalidad no era su fuerte y ambos creían en la racionalidad, se separaron presurosos, avergonzados de lo mejor que el uno y el otro habían hecho durante su triste existencia.

AUGUSTO MONTERROSO

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